Abrió la gran pieza de madera, y sintió correr un aire azulado, con olor a casi libertad.
Empezó a caminar sin rumbo, recorrió las pocas cuadras de lo que no alcanzaba a ser una urbe, y siguió caminando...caminó tanto que se sentía como veinte minutos, dos horas y cinco días al mismo tiempo, pero no estaba segura....ni siquiera de quien era ella misma.
El sol se estaba escondiendo, pero realmente ya no hacía frío como adentro...ahora había un agradable ambiente de un Noviembre latinoamericano....con mosquitos y arena...mucha arena, y agua salada.
Noviembre latinoamericano....lugar de tantos recuerdos, siguió arrastrando sus viejas zapatillas negras por el pasto, mientras pensaba en él, y en todos los recuerdos que le traía. Esos atardeceres tan únicos, el calor azotando su cuello mientras armaba castillitos, y sentía sobre su cabeza la sonrisa de felicidad de su madre, sentada en la reposera rallada, mientras la observaba hacerlos. ¿Era su madre o eran los recuerdos de alguien más...? Sus tobillos comenzaron a hundirse en el pasto, ¿o era tierra mojada, o el mismo agua salada?..., sentía la fina textura de la arena en sus pequeñas manitas engrudadas de tantos castillitos, y el ardor en la cara del protector solas recién puesto....escuchaba las olas de fondo, casi como si estuviera allí, el agua le había tapado la mitad de las piernas, pero ella seguía caminando...
Sentía el sabor del helado de frutilla que su madre (¿su madre?) le había comprado, y ya había terminado, pero la sensibilidad en los dientes y el sabor seguía....el agua le llegaba a la mitad del tronco.
Ya no hacía castillitos de arena, ahora intentaba enterrarse en la arena, solo como los niños suelen hacer, se sentía como una tarea interminable...el agua le llegaba al cuello, podía hasta sentir el olor al agua salada.
Seguía con su labor empedernida, ayudándose con una palita roja que había encontrado ese día en la playa, las suyas se las había olvidado, cuando de la nada, una gran ola se avecinaba, se sentía la ola más grande de la historia, casi un Tsunami para sus cortos cinco años....
Corrió, pero el agua la enredó en sus partículas, haciéndola recorrer un trecho bajo el agua, sintiendo el agua pasar a sus costaods....ya no estaba segura de que era un recuerdo. Pero estaba segura que estaba bajo el agua, intentando inhalar aire inexistente.
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Se despertó alterada, no sabiendo exactamente que había pasado. Se sentó en su cama, con sábanas color vainilla, tomó el vaso de agua en su mesa de luz y lo acabó de un trago. Miró a su reloj, aún era temprano, había dormido bastante pero su cuerpo seguía cansado del largo día...
decidió levantarse e ir al baño...como estaba oscuro pisó sin querer una de sus viejas zapatillas negras...¡tenía que ponerlas a lavar!, seguían llenas de barro...y agua salada.
Minutos después, cuando volvió del baño, llegó a su habitación y se quiso volver a acostar en su cómoda cama... tenía un par de horas más para dormir.
Ni bien metió los pies, sintió la sábana sucia con algo, pequeñas partículas...¿serán miguillas?...Prendió su velador y comenzó a sacudir la arena que había quedado en la sábana. Antes de acostarse, también se sacudió de sus gemelos la arena...y el barro de sus pies...
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-Chica de Brillitos Dorados